O texto abaixo é uma entrevista concedida por Bruno Tolentino a Vando Velentini. Foi publicada na revista Huellas em Setembro de 2003.
Mi encuentro con Cristo
Una educación moderna, intelectual, revolucionaria, que desembocó en una vida propia del Dr. Jekill y Mr. Hyde. El encuentro con grandes poetas de todo el mundo y, finalmente, el descubrimiento de la fe. Esta es la historia de un poeta y de su regreso a la Iglesia
a cargo de Vando Valentini
Bruno Tolentino nace en Brasil en 1949, dentro de una rica y tradicional familia de Río de Janeiro. Desde su infancia convive con poetas y escritores de los ambientes intelectuales cariocas, muchos de los cuales visitan frecuentemente su casa. Desde su más tierna edad cultiva la lengua y la cultura francesa e inglesa, como era costumbre en las casas aristocráticas brasileñas de la época. En 1964, a raíz del golpe de estado militar, deja Brasil y viaja a Europa. Vive en Italia dos años, siendo huésped de Ungaretti; después, en Bélgica y en Inglaterra. Elizabeth Bishop le presenta a Wystan Hugh Auden, quién le ofrece un pues-to de profesor en la universidad de Oxford, donde permanecerá quince años. En 1987 es condenado por tráfico de drogas, y pasa 22 meses en prisión. Regresa a Brasil en 1993 y en 1995 gana el premio “Jabuti” con el libro As horas de Katarina. En 1998 se traslada a Sao Paulo donde dirige la revista de cultura Bravo hasta 2000.
Usted nació en Río de Janeiro en el seno de una familia religiosa, pero en su juventud abandonó la Iglesia católica. ¿Cómo ha vivido su relación con Dios y el hecho de ser poeta?
Cuando apenas tenía veintitrés años me dijeron que era un buen poeta, pero esto no es algo que pueda considerarse mérito mío. Más bien era la consecuencia de mi educación, de los lugares que frecuentaba; y sin duda en este proceso formativo tiene que ver la gracia del Espíritu Santo. A los veinte años gané el premio Revelação con el libro Anulação y Outros Reparos (Anulación y otras observaciones); he escrito otros dos libros en Francia: Le Vrai Le Vain (Lo verdadero lo vano) y Au Colloque des Monstres (En el coloquio de los monstruos). Con la conversión mi poesía ha madurado hasta llegar a ser infinitamente más importante. Entre los 17 y los 39 años viví a mi manera; desde los cuarenta he iniciado mi camino de retorno a la Iglesia. El Espíritu Santo siempre ha colaborado conmigo, pero sólo en ese momento comencé a colaborar con Él.
Usted dice, si he comprendido bien, que en la conversión lo que ya existía antes se hace todavía más verdadero…